Dice nuestra actual Constitución
– y ya lo decía la de 1931 e incluso la de 1812 – que el Pueblo es soberano. Eso
significa que posee autoridad suprema e independiente. ¿No es así?, y si no
fuese así que alguien me corrija.
¿Y qué significa eso de
tener autoridad suprema e independiente, qué es eso de ser soberano? Aclaremos
esto de una forma rápida y sencilla para el buen entendimiento de todos,
incluso el de los políticos y el de esos otros que se gastan partidas
económicas destinadas a otros menesteres en mariscadas, chucherías varias,
sobredietas, etc, etc, etc.
Un pueblo soberano, como el
español, es aquel que puede otorgar el poder y la confianza a unas estructuras
elegidas para el buen devenir, bienestar y prosperidad de la nación; pero por
sí solo también puede ejercer su derecho de destituir a un gobierno y a
cualquier régimen político establecido. El Pueblo puede decidir dejar de pagar
(¡ojo que no digo financiar, sino pagar!) a sindicatos, partidos, entidades o
instituciones que se conviertan en un perjuicio grave para la estabilidad. El
Pueblo por sí solo puede cambiar la Constitución o crear otra nueva, una adaptada a
un nuevo siglo y no tener que soportar algo creado – y por encargo – para las
necesidades de hace treinta y cinco años.
España, ante el deterioro
económico gestado por una mala gestión política y el permisivo y excesivo
enriquecimiento de unos pocos en detrimento de los intereses nacionales, necesita
nuevas ideas y nuevas soluciones, soluciones que la clase política, no puede,
no sabe o no quiere dar. Por eso es necesaria una nueva generación de
políticos, pero no de esos que vienen con la lección aprendida desde los
“aparatos” de los añejos y profesionalizados partidos. España necesita un
proyecto que genere confianza, riquezas y futuro; necesita políticos tan leales
con el bien común que adopten un sistema electoral nuevo y equitativo, y por
supuesto “listas abiertas”. Todo lo que no se proyecte en esa línea y mantenga
lo actual, es dañino para el Pueblo.
Como comenté en aquella
opinión “De populista y generales” – el 19 del pasado mes de febrero – los
españoles somos los propietarios de nuestra soberanía, de nuestros derechos.
Somos soberanos para crear a los gobiernos con el fin de que rijan el devenir
de nuestro ordenamiento. Pero cuando estos gobiernos o sistemas son
perjudiciales o abusivos y actúan menoscabando el bienestar social, el Pueblo está
facultado para quitarlos en cualquier momento, o bien repelerlos con la
virulencia necesaria. La soberanía es un bien del Pueblo, y no podemos
cedérsela gratuitamente a partidos, a políticos adeptos a estructuras parasitarias, ni a
reyes.
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