jueves, 3 de octubre de 2013

La soberanía en la zona de confort



Dice nuestra actual Constitución – y ya lo decía la de 1931 e incluso la de 1812 – que el Pueblo es soberano. Eso significa que posee autoridad suprema e independiente. ¿No es así?, y si no fuese así que alguien me corrija.

¿Y qué significa eso de tener autoridad suprema e independiente, qué es eso de ser soberano? Aclaremos esto de una forma rápida y sencilla para el buen entendimiento de todos, incluso el de los políticos y el de esos otros que se gastan partidas económicas destinadas a otros menesteres en mariscadas, chucherías varias, sobredietas, etc, etc, etc.

Un pueblo soberano, como el español, es aquel que puede otorgar el poder y la confianza a unas estructuras elegidas para el buen devenir, bienestar y prosperidad de la nación; pero por sí solo también puede ejercer su derecho de destituir a un gobierno y a cualquier régimen político establecido. El Pueblo puede decidir dejar de pagar (¡ojo que no digo financiar, sino pagar!) a sindicatos, partidos, entidades o instituciones que se conviertan en un perjuicio grave para la estabilidad. El Pueblo por sí solo puede cambiar la Constitución o crear otra nueva, una adaptada a un nuevo siglo y no tener que soportar algo creado – y por encargo – para las necesidades de hace treinta y cinco años.

España, ante el deterioro económico gestado por una mala gestión política y el permisivo y excesivo enriquecimiento de unos pocos en detrimento de los intereses nacionales, necesita nuevas ideas y nuevas soluciones, soluciones que la clase política, no puede, no sabe o no quiere dar. Por eso es necesaria una nueva generación de políticos, pero no de esos que vienen con la lección aprendida desde los “aparatos” de los añejos y profesionalizados partidos. España necesita un proyecto que genere confianza, riquezas y futuro; necesita políticos tan leales con el bien común que adopten un sistema electoral nuevo y equitativo, y por supuesto “listas abiertas”. Todo lo que no se proyecte en esa línea y mantenga lo actual, es dañino para el Pueblo.
 
Como comenté en aquella opinión “De populista y generales” – el 19 del pasado mes de febrero – los españoles somos los propietarios de nuestra soberanía, de nuestros derechos. Somos soberanos para crear a los gobiernos con el fin de que rijan el devenir de nuestro ordenamiento. Pero cuando estos gobiernos o sistemas son perjudiciales o abusivos y actúan menoscabando el bienestar social, el Pueblo está facultado para quitarlos en cualquier momento, o bien repelerlos con la virulencia necesaria. La soberanía es un bien del Pueblo, y no podemos cedérsela gratuitamente a partidos, a políticos adeptos a estructuras parasitarias, ni a reyes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario