jueves, 3 de julio de 2014

Escalonias, un nuevo rumbo



Sólo faltan los olores, pero si cierro los ojos, llegan aún.

Estas eran las vistas, estos eran los sonidos y la paz que se respiraba en Escalonias. Sensaciones de un encuentro interior jamás vivido y saboreado hasta la saciedad de los sentidos.


La vida con estos monjes, su rutina diaria y sus rezos, me condujeron, de forma suave y templada, a la paz necesaria para discernir y separar todo aquello que me ataba y confundía, me esclavizaba y sujetaba.

Liberarme de lo espurio evocó un cierto combate interno. Los enemigos peores, los más feroces, fueron los más cercanos; incluso pululaban en mi entorno y en mi interior: el ego, la superficialidad y la banalidad. En Escalonias puse rumbo hacia un nuevo modelo, y en el Cimbarra escenifique, en mi soledad, el sacrificio en el altar pétreo que la naturaleza deparó para tales decisiones.


Y heme aquí preparado para el resto de la vida.

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