jueves, 7 de agosto de 2014

Despacho Cañalerma



Pónganse ustedes en estado de gracia – tal como me puse yo – después de tener que aguantar a toscos y groseros, todos ellos, con el síndrome de Groves(1) inyectado en vena, y abrazafarolas del tres al cuarto revolcándose y regocijándose en el barro de su ignorancia. Que uno los aguanta por no mandarlos a tomar por culo y causarles un daño moral de mayor importancia. ¡Criaturitas!

Duchaito, viendo las noticias de las nueve de la noche – aunque en esta época del año (verano) aún es de día – que no me afectaban debido al gustazo que le estaba dando al cuerpo, con el aire acondicionado puesto, deleitándome con un trozo de queso artesanal de ajo y perejil y, cómo no, regando el paladar con un vino elegante oloroso y amontillado a la vez. Que si es un deleite para el sentido del buen gusto, no lo es menos para la vista; ese blanco-leche del queso adornado con el verde intenso del perejil, y tostaito por el ajo, en conjunción con ese caoba brillante de un palo cortao generoso.

¡Ay es ná!, que mejor manjar no se come en Palacio. Y es que tengo yo un vecino tendero – José – que desafiando a los múltiples comercios chinos que proliferan por la zona, ha decidido embarcarse en un negocio de productos de calidad, “Cañalerma”. Vende Pan del bueno, vinos, quesos, aceites, cervezas y mieles artesanales y, cómo no, encurtidos. Y para colmo este aventurero de la gastronomía te aconseja y te lleva, con su voz nasal, a la imaginación de los sabores; créanme, ¡todo un lujo! Toda una delicia para el barrio de la Macarena, que ya le hacía falta la elegancia de un negocio que le diese mejunje a este barrio tan maltrecho por los comercios orientales de baja calidad – para mi entendimiento – y por el aspecto medieval que le da la abundancia de mendigos coactivos y borrachos que vagabundean por los alrededores con la aquiescencia de los estamentos públicos.

Sin complejo alguno, os recomiendo el despacho “Cañalerma” en calle Don Fadrique, 54; en pleno barrio de la Macarena. Un espacio que os transportará a tiempos antaño, donde el reloj no cuenta al predominar la atención al cliente y los productos de toda la vida.

¡Enhorabuena! 


(1)    Síndrome del paciente odioso o estúpido. Aquel que provoca sentimientos de contratransferencia negativos (aversión miedo, asco, etc.) en el médico que le trata, pero sin padecer una patología psiquiátrica significativa. [Artículo: El síndrome del paciente odioso, por Emilio Suárez Martín, Servicio de Dermatología. Hospital puerta de Hierro Madrid. MÁS DERMATOLOGÍA Número 2 – julio 2007]
Pues apliquen este concepto a cualquier profesión.

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