jueves, 28 de abril de 2011

...orgullo del sevillano y la alegría del mundo entero.


Decía mi abuelo que “la Feria de Sevilla, era el orgullo del sevillano y la alegría del mundo entero; donde lo mismo se divertía el pobre que se lucía el millonario”.

Malagueño él, desde que acabó aquel servicio militar de tres años en Melilla, se afincó en Sevilla. Y se enamoró de ella. A mí me enseñó a amarla, me mostró sus rincones, sus plazuelas, sus fuentes, sus costumbres y sus leyendas.

Soñé en ser trovador, como él, de los encantos de una ciudad que grita a la rosa de los cuatro vientos, al río y al mar, a la luz y la sombra, al visitante y al sevillano mismo que Sevilla se abre a la vida. Su pasión por la vida de esta ciudad quedó impregnada por ese “Baetis” que de camino a Sanlúcar, saluda a una Giralda, besa a una torre – antaño dorada en azulejos – y riega con encanto dos orillas: Sevilla y Triana, o Triana y Sevilla.

“...Yo tuve un abuelo que fantasía
que me contaba cuento y mentirijillas
a mí que esos cuentos me divertían

Se me fue, se me fue
una tarde de mayo al anochecer
una tarde de mayo al oscurecer.

Mi abuelo cambiaba mis penas por alegrías
y los momentos malos en buenos los convertía

Se me fue, se me fue
una tarde de mayo al anochecer
una tarde de mayo al oscurecer...



¡Buena Feria a todos!