sábado, 30 de abril de 2022

Los árboles mueren de pie

 



En mi último senderismo, ese que yo llamo iniciático, paré para observar un árbol muerto; seco, muerto y en pie.

En ese instante pensé en el sentimiento que me recorría. Sentí una solitaria soledad. Lo cierto es que de tanto practicar la “solitariedad” unamuniana, que tanto prediqué, me he dado cuenta que la soledad solitaria me visita a menudo.  

Las catarsis son necesarias, sobre todo si buscas crecer, aunque no necesariamente hay que alargarlas en el tiempo. Es un riesgo que corremos los que vamos de aquí para allá; de A hacia B, desde un punto inicial a un punto de mejora.

Este instante vivido hizo cuestionarme tantas cosas, que dudé. Lo que sí y lo que no, los talentos y cómo usarlos, parábolas y metáforas, lo vivido y lo por vivir.

¡Qué perfecta es la naturaleza!, que necesaria es, y qué necesario es que nos sintamos parte de ella.

Gaia, progenitora fecunda de cualquier ser vivo, nacida del caos mismo, es la dueña y señora del mismísimo Oráculo de Delfos. Ella que nos regala la vida, es la misma que creó el escorpión para vencer al humano que ganó su cólera.

Estas reflexiones son necesarias de vez en cuando, sin dejar de vivir. ¡Sea pues!

Enamoremos el alma con el paisaje, perdámonos en unos ojos, dejémonos seducir por la complicidad de una sonrisa y un parpadeo que acune los sentimientos.

Todo un misterio.