jueves, 18 de diciembre de 2014

Alma de Esperanza (en el día de la Esperanza)



Hoy es el día de la Esperanza, un día señalado por motivos religiosos, pero también un día que da pie a la reflexión y a la calidez en momentos de desasosiego. Y Esperanza es lo que, hoy en día, le falta al hombre, a la humanidad.

El ser humano no deja, ni dejará, de sorprendernos. Es el único animal capaz de ensalzar los más bellos gestos, y el único capaz de cometer las mayores atrocidades, los mayores crímenes contra el resto de las especies y contra sí mismo.

Ayer, hoy y días atrás nos sorprendían noticias como el paulatino reconocimiento mundial del estado palestino – sin duda eso traerá a la postre ayudas para esa región tan castigada –, las FARC declaran una tregua – un alto el fuego – unilateral, Estados Unidos y Cuba anuncian la apertura de lazos, y liberan a presos políticos. Todo muy esperanzador.

En el sentido opuesto la corrupción, la precariedad laboral, el paro, los desahucios, la pobreza y otras circunstancias negativas de nuestra era siguen avanzando y acampando en nuestras vidas, mientras algunos – cultos intransigentes – siguen prosperando en su opulencia pecuniaria y ególatra. Porque los hay avaros, y los hay lleno de soberbia, creyéndose estos últimos – por su creída sabiduría – en posesión de la verdad absoluta; y están tan solos que son capaces de justificar su estado, ellos llenos de carencias que cubren con su vanidad. Me asquean.

Ayer, también me asqueaba la matanza talibán en un colegio pakistaní, así como la matanza previa pakistaní sobre refugios tribales donde sucumbieron mujeres y niños. ¿Justificación?, ninguna. Somos humanos.

Sin embargo, he recordado un video, que aun siendo propaganda del Banco de Sabadell, da pie a la esperanza. Una niña, con su ingenuidad, pone una moneda en la chistera de un músico – de estos que llenan de colores nuestros oídos tan ocupados mientras deambulamos por las calles de nuestras ciudades – ¿y qué ocurre? El músico ejerce su labor de alma social, y se une otro músico, ¡y otro, y otro, y varios y forman una sinfonía! La gente se agolpa, se contagia, empatiza, y surge un movimiento de alegría.

Esa es la esperanza que, partiendo toda tendencia humana, nos quedemos con lo bueno. Que aprendamos que aún podemos ser hermanos y buscar las estrellas más allá de nuestros intereses. Se puede, claro que sí.

¡Esperanza!


Esperanza, ¡qué nombre más bonito para lucirlo por Sevilla!   

sábado, 13 de diciembre de 2014

De soplador de brasas a soplador de estrellas.



Hoy nos convertiremos en sopladores de estrellas. Si quieres conseguir tus objetivos, si estás preparado, y sólo si estás preparado…, ¡ven!

 
Dice una leyenda que soplando estrellas se cumplen los deseos. Si los deseos se pulen, y de ellos obtienes tus objetivos, verás fácil el camino hacia tus logros; verás el camino para alcanzar las estrellas, tus estrellas.

¿Era imposible? Pues te cuento un secreto, tan fácil que por fácil lo descartamos: tacha “im” y te quedará “posible”.

Si estás preparado…, prepárate para conseguir lo que pensabas inalcanzable, porque lo conseguirás.

Un sueño lo idealizas, y por múltiples razones nunca lo transformas en realidad, y se queda en eso, en un sueño. Si luchas por ello, llegarás a conseguirlo, a hacerlo realidad.

Alguien muy querido para mí, me dijo – somos sopladores de brasas, avivamos – en los demás – el rescoldo que todos tenemos.
Eso es un coach.

Y es cierto, todos tenemos nuestro potencial, nuestras virtudes y aptitudes, y sin embargo en muchas ocasiones no las vemos o no nos percatamos de ellas; o bien, postergamos nuestros triunfos. Un coach, en el “acompañamiento” sopla ese juego de brasas.

¿Y por qué no soplar las estrellas?, ¿por qué no hacer que los sueños se cumplan?

Cierra los ojos, aléjate del mundo actual y sus preocupaciones, date tiempo para insinuar que recuperas la fantasía, vuelve a jugar en la tierra, vuelve a ser niño. ¿Recuerdas?, por aquel entonces todo era posible, lo conseguirías todo, ¿verdad?

¿Qué ha pasado?, ¿qué ha ocurrió para que no alcanzases tus estrellas?

Hoy te propongo que vuelvas a intentarlo.



miércoles, 10 de diciembre de 2014

Otro tipo de Navidad, otros regalos...



¡Lo tengo claro!, este año pasaré de los regalos raros y sofisticados a los normales de toda la vida, de los made in “usted sabrá donde” a los made in “mi tierra”. Pasaré de lo impersonal al gusto mismo. 

He descubierto rincones llenos de delicias, tan próximos a mí que la imaginación y la fantasía son la realidad misma; el gusto de antaño, el de mis abuelos.

He descubierto sentidos que pasaban desapercibidos, y sin embargo estaban ahí.
En Castaño del Robledo he descubierto a El Monumento, exquisiteces o el deleite puro que alegraron un fin de semana, y dejó en el paladar ganas y deseos de volver.

Alájar me obsequió con un sabor a setas y a membrillo, ah…, y a chocolate calentito, en un atardecer plomizo, con el sonido de ese aluvión con cantes de torrentera que recorre sus calles y patios. La Umbría como siempre me dejó el sabor a sus migas solidarias, a sus caminos, a sus dehesas que pareciesen sacadas de un cuento de Hansel y Gretel; por un momento creí ver gnomos, duendes y hadas; confieso que tengo una imaginación dulce y volátil, pero el camino hasta Puerto Moral y Corteconcepción fue todo un cuento.

De Aracena no voy a hablar, allí conservo un rinconcito escondido, donde se firmaron los acuerdo de..., bueno, una emulación romántica a los de Guisando.
Y sobre Linares…, es absurdo relatar algo de su balcón y su media plaza de toros, ya que por todos son conocidos, eso espero.




Y sé que en el tintero se quedan Almonaster la real, Cortegana, Los Marines, Galaroza, Jabugo y El Repilao, Cumbres Mayores, La Corte y otros; pero será en otro momento.
Y digo en otro momento porque atraqué, de golpe y porrazo, en un lugar de encanto, donde el sabor se embroca con el gusto y el paladar de nunca jamás, AGA. 
¿Conocen ustedes a Paco y a Pilar o a Pilar y a Paco? Yo tengo el placer, el gusto y la suerte de decir ¡sí! La amabilidad, la simpatía, el sabor andaluz y lo exquisitamente cuidado da sabor a todos sus productos, mimados y elegidos para agradar a seres queridos.  Así que no puedo dudarlo: ¡AGA!

Este año quiero envolverme en sabores a leña, a vino andaluz, a mazapán, a embutido, a mermeladas y a dulces que siempre fueron,

Será cuestión de visitarlos otra vez.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Volando entre la Hispalis y la Traiana



Estoy enamorado, no puedo negarlo, y me consta que se nota. Así que me place hacer gala de ella. ¡Sevillanos todos!, sabed que…

En una tarde de otoño me besó sin pudor alguno, y sentí la calidez de sus labios y el frío de un repelús que recorrió mi cuerpo; ese momento marcó mi vida. Fue…, ¡estremecedor! Desde ese instante comencé a quererla, a amarla, a dorarla, a entregarme a ella.

Y llegó, por primera vez, el instante en el que me dejé acurrucar en el regazo de unos brazos de pétalos de  jazmines y azahar, y me sentí halagado con aromas de incienso y limonero.  En el adorno de sus ojos y con el susurro de su voz, brillaba el “gorgojeo” veraniego del grillo en los espacios agosteños.  

Volé entre la Hispalis y la Traiana  bañándome en un Guadalquivir de naranjos en flor que a Bajoguía se encaminaba. Sentí el pasado, mi presente y el futuro, retozando en verdes prados de antaño cuando los arroyos surcaban su cuerpo y las lagunas adornaban su estilizada figura de curvas sinuosas que aún perduran.

Por eso amada mía no me cansaré de admirarte, de recorrerte y besarte en cada rincón donde se respire amor bajo tu luna o bajo el sol de este cielo turbador.

Tú mejor que nadie sabes que me endulzas la vida en cada plazuela, esquina o rincón cuando me ciño a tu cintura y me pierdo en tus ojos.  Cara a cara eres irrenunciablemente bella, erótica y acaramelada, suave, dulce y excitantemente altiva.

En la calidez y en la soledad de tus momentos, en tu orto y en tu ocaso, en tu noche o en tu día, sabes que entregaría la vida por ti.


Eres historia en mi vida, eres mi vida misma; eres tú, la fantasía, la música que siempre soñé; eres…, la mujer que no quise imaginar en mi vida. Por todo esto, y por cosas que no debo confesar, te quiero ¡Sevilla!