Paseando por esta plaza donde en antaño abundaban los refinadores de cuero, hoy despierta en mi memoria – para conmemorar estos días – momentos del Tenorio. Disculpad los lítotes, no en vano, cercana está la Posada del Laurel. Y sin temerle a los diablos con guardapiés, pongamos rumbo a ella sin olvidar que el más truhan puede alcanzar la salvación, en un punto de contrición, de los brazos del amor.
Permitidme, pues parafrasear y hacer notoria memoria de aquellos lances y encuentros entre callejuelas estrechas, sinuosas y oscuras. ¡Por Don Juan!
¡Cuál gritan esos malditos!
Pero, ¡mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos!
[...]
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
[...]
Llamé al cielo, y no me oyó.
Mas, si sus puertas me cierra,
de mis pasos en la Tierra,
responda el cielo, y no yo.
[...]
¡Clemente Dios, gloria a Ti!
Mañana a los sevillanos
aterrará el creer que a manos
de mis víctimas caí.
Mas es justo: quede aquí
al universo notorio
que, pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia
el Dios de Don Juan Tenorio.
1 de noviembre de 2023 (día de todos los santos)