jueves, 25 de febrero de 2016

Una lección para no olvidar.


Al ver este video he recordado a aquellos “progres” que a veces se ríen y miran con desprecio cuando alguien habla de honor, catalogando de añejo o ñoño ese concepto. Pues honor es una cualidad moral que lleva consigo el cumplimiento de los deberes respecto a nuestros iguales y a nosotros mismos. El honor en línea directa con la dignidad – cualidad de ser merecedor de algo – nos obliga como persona a luchar contra toda injusticia, incluso – a veces – contra nuestras propias leyes hechas de forma fraudulentas por políticos poco honorables.
 
Toda ley debe preservar la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad del Pueblo. Si cualquier gobierno – de la índole que sea – fuese en contra de estos principios, el Pueblo tiene el sagrado derecho y deber de reformar o abolir esa ley, e incluso de derrocar a ese gobierno o forma de gobierno, si produjesen abusos y usurpaciones. (Este párrafo es un parafraseo, en parte, de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, en 1776)

Y yo me pregunto dos cosas:
Una.- ¿Por qué se hacen y permiten leyes que nos diferencian?, ¿por qué permitimos que nuestros legisladores y nuestras CC.AA. nos hagan distintos a vascos, catalanes, andaluces, gallegos…? Nuestra Constitución, en su artículo 14 dice: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

Dos.- ¿Por qué nadie reivindica el artículo 13 de la mencionada “Pepa” (Constitución española de 1812), que dice: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bien estar de los individuos que la componen”? (extraído literalmente del facsímil de la Constitución Española del 12 de marzo de 1812)

En España se aprueban leyes que discriminan que nos hacen diferentes, vulnerando el artículo 14 de nuestra Constitución. Incluso se apela, con un claro eufemismo, a la discriminación positiva. Toda discriminación por definición es un acto de desigualdad.
También se aprueban leyes que no sólo se apartan de la felicidad del Pueblo, sino que generan infelicidad, pobreza y pérdida de bienestar y futuro.

Sentado en la mesa pétrea de los juramentos, en la cueva de los pensamientos, me pregunto: ¿debiera el Pueblo destituir a esos políticos, e incluso a los de la “nueva casta” que pretenden ocupar el sillón del adoctrinamiento, conculcando nuestra libertad de pensamiento? ¿Debiera el Pueblo crear su propia Constitución? Si no lo hiciere, si admitiese estas desigualdades e injusticias jugando el papel del avestruz, ¿estaría faltando a su deber, a su honor?

miércoles, 3 de febrero de 2016

Maldades del destino.




Hace dos semanas en un almuerzo con dos amigos, en un conocido parque empresarial, mientras hablábamos de lo humano y lo divino en el mundo de los negocios, surgió una pregunta: ¿qué ocurriría si el PP apoyase en el debate de investidura la opción de Pedro Sánchez, si éste fuese designado para formar gobierno?


Múltiples fueron las conjeturas, pero quédense con esta:

Si el PP apoya a Pedro Sánchez, el PSOE no se vería obligado a pactar con el incómodo Podemos. Podría llegar a pactos puntuales a izquierda y derecha durante la legislatura. El PP quedaría laureado como un partido con visión de Estado que antepone el bien de la nación al suyo propio. Toda una bofetada sin manos para Pedro Sánchez.

Amén del sonrojo socialista, aunque parezca una salida airosa para el PSOE, puede convertirse en una estrategia de aniquilamiento. Una pinza de oposición entre PP y Podemos desgastaría al partido socialista de tal forma que Podemos podría fagocitarlo.  

¿Alguien recuerda la pinza que según pregonaba el PSOE, ejercieron PP e IU en el Parlamento Andaluz hace unos años?, ¿alguien recuerda el debilitamiento que sufrió Manuel Chaves? ¡Y eso que por entonces no existía Podemos!