martes, 15 de agosto de 2017

Debajo de tanta piedra y tierra había oro.




Un día supe de alguien, de un crío, que su madre se ganaba el dinero limpiando casas, su padre los abandonó antes de nacer él. Fue a una escuela pública, donde fue algo menos que uno más, se convirtió en el “tonto de la clase”; evidentemente su ambiente fue muy hostil y marginal. Fue un chico violento y agresivo, contestón, con malas notas, sin confianza en sí mismo. 

Sin embargo, su madre y su profesor sabían que debajo de tanta piedra y tierra, había oro.

El tonto de la clase siempre esperó a que los listos, los brillantes de la clase hablasen. Un día nadie supo, y nadie habló. Y él, tímidamente levantó la mano. El profesor lo empoderó – ¿lo sabes?, ¿te atreves valiente? – y el chaval respondió. El profesor en vez de darle un “¡bien!”, quedó reflexivo y dijo – no me cabe duda que sabes más, por favor, sigue, échanos una mano.

Aquel chaval sacó todo lo que sabía. El profesor, no lo dudó, tiró de él aún más. Tiró y tiró de él, lo exprimió. Ese niño sin futuro hoy es el mejor neurocirujano infantil del mundo, ¡del mundo!

Con el tiempo, ese niño, Ben Carson fue a rendirle gratitud a aquel profesor. 

Debajo de tanta piedra y tierra había oro.