En cierta ocasión acudí a una
de esas reuniones filosófico-esotéricas, de enlutado atuendo, en las que era
bien recibido. Uno de los temas a tratar ese día era “el Silencio”.
El orador puso sus folios
sobre el atril, y articuló verbalmente el título, diciendo – El Silencio –. De forma ritual comenzó
a pasar uno a uno, en silencio, aquellos pliegos en blanco como si los leyese.
Todos estábamos atónitos. Pasados quince minutos de un silencio respetuoso y brutal, dijo – He dicho.
Lo silenciado, callado queda
– en reserva para sí mismo –, lo expresado queda expuesto al beneficio de la
crítica, la duda o la razón.
En el mundo del coaching, la
comunicación y los gurús que surgen al amparo de nuevas formas, se suele tergiversar el análisis
de Albert Mehrabian.
He visto como de forma
categórica llegan a maltratar a sus “aprendices” con la importancia de la
comunicación no verbal. Ésta es importante, pero no hay que ser talibán de la
materia.
Algunos defienden con febril y enfermiza postura que “…la comunicación se compone de lenguaje verbal y no verbal. El primero
lo compone la palabra – lo que se dice – y supone un 7 % de la comunicación (dicho queda como si fuese cierto); la
voz – entonación, tono, modulación… – es el 38 %; pero lo más importante es el
lenguaje no verbal – gestos, posturas, movimiento de los ojos… – que
supone el 55 % de la comunicación”.
¡Y se quedan tan a gusto! Mayúsculo error y es una distorsión
de los estudios realizados por este psicólogo iraní.
"Con la voz, amamos, acariciamos, reímos, lloramos, cuidamos, protegemos, damos aliento, gritamos, discutimos, silenciamos, mitigamos el dolor ajeno, cantamos, reflexionamos, buscamos, actuamos, encontramos, recitamos, rezamos, meditamos, enseñamos, manifestamos, razonamos, murmuramos…" (de Laura Neira – Psicología de la voz)
Y el silencio dice tanto…,
que unos lo entienden y otros no. Puede afirmar y aceptar, o negar, cuestionar, dudar e incluso dejar
escapar ocasiones y amores. A veces el silencio es observador, y a veces un
otoño gris. Según el espacio donde se use, su tiempo y tempo…, dicen más que
palabras, tonos y gestos.
El silencio dice tanto…, que
unos lo entienden y otros no.
Es cuánto.