martes, 1 de mayo de 2018

¿Cuál es la diferencia entre un gran orador y uno mediocre?



Solo la verdad puede hacer felices a los hombres, y todo hombre desea ser feliz, por lo tanto la verdad tiene que existir o nada tendría sentido”. Cicerón

La diferencia es la valentía, lo razono:

La verdad se demuestra con hechos, no con palabras. Las palabras – como mero conjunto de sonidos articulados – son un arma débil y fútil, a menos que con la reiteración conviertas las palabras en hechos (extremo que siempre se ha usado mucho en Derecho y en política), y tus oyentes – a base de mucho repetírselo – crean que son hechos.


En este caso, las palabras determinaran la verdad, y la verdad la determinará quien proclame las mejores palabras; y no tienen por qué ser verdad. ¿Retórica o una tautología matemática, o incluso sofistica?

Muchas veces, oímos bellas palabras, o palabras que queremos escuchar, aunque le den la espalda a la verdad, pero es lo que queremos oír y creer. Cuando infieres de forma correcta más de dos proposiciones lógicas, aunque una de ellas no sea verdad, la gente te cree, te sigue y te admira; pocos razonan las proposiciones por separado.


Cuando la gente te cree, te sigue y te admira, te has convertido en un buen orador; y en ocasiones – en discusiones – llegas a convencerte de tu verdad – debido a tu reiteración mental –, y el resto sólo son voces discrepantes a tu verdad.


Cicerón decía: “la narración que encierra la exposición de la causa debe reunir tres cualidades: brevedad, claridad y verosimilitud... que la expresión, en fin, sea tal que lo que se dice haga comprender lo que se calla”.



La verdad es que a veces nos dejamos arrastrar en la falta de verdad, en vez de apoyarnos en el entendimiento de la mente. Escuchamos al corazón, y distinguimos ahí la verdad de lo falso, y las palabras de los hechos.

Si tienes la valentía para vivir sin la verdad, puedes llegar a ser un gran orador.

Es cuánto.



Nota: No igualo en este escrito el término “orador” a “saber hablar en público”, aunque pudiese existir quien lo pueda confundir.