sábado, 4 de julio de 2015

Vuelta al mar



Ayer, mientras disfrutaba del sol, la playa y la gastronomía gaditana con una dulce brisa de componente céfiro, gocé de la exquisita carta de un chiringuito veraniego llamado “Nahubeach”. No sólo fue deleite del paladar sino también de los sentidos, de la vista y la imaginación.
Alguien – un soñador anónimo – dejó años atrás estas palabras que ellos han adoptado, y yo reproduzco para aquel que pueda entender entienda:


Los cuatro elementos de la naturaleza se funden en su estado más apacible y armonioso.

El agua,
casi cristalina
en este resquicio de playa
virgen gaditana;

el aire,
con la suave brisa marina
que hace bailar la vegetación de las dunas;

la tierra,
en forma de arena bañada por las olas;

y el fuego,
el calor del sol durante el día
o de las llamas de las velas
que iluminan las veladas
por la noche.

La noción del tiempo desaparece y el ritmo diario
se ralentiza mientras la mente y el cuerpo se dejan
llevar por la tranquilidad de este pequeñito trocito
de mundo.




Yo, soñador y amante incansable de este litoral gaditano, de sus playas, de sus puertos, sus faros y su Pueblo; la gente de a pie que diluye las dificultades con ese simpático arte innato obsequiado por la diosa Gaia; cierro los ojos, respiro – esté donde esté – y me siento allí abrazado a su salobre gusto por el mar.

Termina la introducción de la minuta de este amable chiringuito, de filigranas con rumores de caracolas,  con unas palabras que eternizan mi vuelta a la rutina:

Un camino de láminas de madera que conducen
a lo que las dunas desconocen y las banderas anuncian.
Un lugar donde observar el mar tan cerca como notar
su brisa y su olor, y lo suficientemente lejos como
para disfrutar de un recodo agradable a la sombra de
sus sombrillas y donde reponerse de los baños de sol


Quizás su azul de mar, ¡este aire o el ambiente sean esotéricos!, porque siendo sevillano, me deja sentirme gaditano. No en vano, diez años cubren una distancia física y equidistante, entre este chiringuito y San Fernando, cuando el mar era más bravío – en la soledad de todos mis sentidos – escribí “Junto al mar”. El que pueda entender que entienda, yo hace tiempo ya lo hice.


 Manuel Jigato Rubio