viernes, 3 de enero de 2020

Regala la habilidad de viajar en el tiempo y el espacio.




Allá por 1996 (en el siglo pasado) visitaba Madīnat al-Zahrā, una joya omeya en Córdoba – aunque existan aún incultos de altas palabras y fuera de tono que no la admiren y comprendan –. Por aquella época estudiaba ingeniería informática. Alguien que admiraba aquello asombrado, a la vez que yo me deleitaba por octava vez, me dijo – Manuel – cuando a mí me gusta aquello de Manolo (es más español, andaluz y de “askí”) – tenemos que hacer un software que virtualice todo esto, que introduzca a las personas en el entorno y con ambiente. Y yo pensé – y que genere adrenalina, como introducir a “un yanki en la corte del rey Arturo” –, no lo vi claro, lo confieso. Mis progresos informáticos no daban para ello y el nivel del sujeto, menos aún.

Técnicamente no teníamos los mimbres, pero la idea era buenísima. ¡Y sabéis qué…!

Busqué y encontré lecturas que me transportaban a lugares, tiempos y espacios envidiables. Retomé aquel “El faro del fin del mundo” de mis once años, o “el discurso de la mentira” de aquel verano catorceañero en Chipiona bajo una sombrilla, cuando una rubia algo mayor que yo me ladraba, y yo ni me enteraba, mientras mi abuelo se reía de mi inocencia de entonces; paseé por Avalón, me deleité con “El rey de la almadrabas” o “El olor de las esencias”, y otras.

Al final, me lancé a la aventura: ¡escribir!
¡Creedme!, es una experiencia que os deseo y recomiendo a todos; un viaje que se dilata en el tiempo, donde construyes y destruyes, creas y deshaces, viajas e inventas espacios. ¡Toda una gozada!

En estas fechas, antes que un video-juego, regala un libro. Acentuarás la imaginación, la creatividad, el positivismo, la visión de futuro, el gusto por buscar e investigar, la apertura de mentes. Harás un bien a un ser querido.