martes, 28 de febrero de 2017

Hablo Andaluz, ¿y...?


Dicen las malas lenguas que el andaluz no habla bien el castellano, incluso aquellos que ni lo saben hablar, se atreven a juzgar, y quizás lo hagan debido a su desconocimiento e incultura. Pues bien yo soy andaluz, y digo que se equivocan y menosprecian a un pueblo.


¿A qué castellano se refieren cuando dicen que un andaluz no habla bien el castellano?,  ¿al que se hablaba en península por el corrompido latín de los godos?, ¿al que hablaba el Cid y sus hombres después del destierro que con los años no se entendieron con los castellanos?, ¿o al que hablaban los Reyes Católicos?, ¿o quizás al hablado y escrito en el siglo XVI?

Ahí va una muestra de castellano de 1536:

AQUILAZE EL ILUSTRE…

ADELLANTADO MAIOR DE LANDALUZIA…

EL QUAL BIVIO COMMO QUIEN AVIA DE MORIR MANDO HAZER ESTE SEPULCRO…

En estas pinceladas castellanas se observa en su grafía la unión de palabras y la eliminación de letras para economizar la escritura. Algo parecido a lo que hace el andaluz.

Déjenme usted – que esto de “ustedes” es muy andaluz – que esboce dos o tres apuntes.

Cuando la Constitución Española del 78 dice en su artículo 3 “El castellano es la lengua oficial del estado…”, los Padres de la Constitución se equivocaron. El castellano, el que se hablaba en Castilla en épocas de los Reyes Católicos, murió con Antonio Nebrija, primer zas para los incultos de nueva cultura que se olvidaron de estudiar esto.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, que no castellana, se refiere al castellano, en su primera accesión o acceso, como “Natural de Castilla, región de España”; en su segunda, “Natural del antiguo reino de Castilla”; y no es hasta en su noveno acceso cuando dice, refiriéndose al castellano, “Lengua española, especialmente cuando se quiere distinguir de alguna otra lengua vernácula de España”. Por no mencionar que en la accesión décima y undécima se aclara como dialecto romance originario de Castilla y como variedad del español, respectivamente. Segundo zas.

Así pues aquellos que suelen usar el paladar para pronunciar ciertas letras de forma exagerada, o aquellos que emplean formas de pronombres personales de objeto directo femenino como objeto indirecto para referentes femeninos, no hablan mejor el español que los andaluces.  

Cuando alguien se ríe del acento andaluz o lo escenifica, quien lo hace manifiesta su suprema ignorancia, porque el andaluz no tiene un solo “acento andaluz”. Tercer zas.

En Andalucía existen hablas andaluzas. No habla igual Granada que Cádiz o Almería, un cordobés habla distinto a un sevillano; y esto es así, si nos referimos a capitales de provincias, porque en sus distintos pueblos y comarcas sus acentos son distintos y variopintos también.

Que un pueblo tenga acentos no es nada extraño. En el habla inglesa también existe esta diferenciación, ¡y en la española, también! No habla ni pronuncia igual una persona de Elche que otra de Murcia, o un coruñés y un leonés, o madrileño y un salmantino, o un zamorano que un zaragozano. ¡Y en Villanueva de la Serena hablan distinto que en Castilblanco de los Arroyos!

Pero ha sido la televisión y los humoristas graciosillos de turno que para tapar su podredumbre, vergüenzas y escasez de recursos profesionales usan el estereotipo del andaluz como de inculto, inocente y graciosillo. No voy a entrar a exponer listado de andaluces ilustres, cultos y aventajados, ni méritos de Andalucía, porque en la Cultura ya va implícito.

Cierto es que el andaluz se aleja, en el habla, más del latín que el español o el castellano que se encontró Nebrija; por eso es más eficaz, por estar más alejado del latín; decimos más con menos. En una hora de andaluz se dice más que en una hora de español. Por ejemplo:

“No pasó ná de ná”
No ha pasado nada de nada

“Eres un papafrita”
Eres una persona que no vale para nada

“Es un malaje”
Es una persona que no es simpática

Y si no, la triple a negación convertida en afirmación que sólo se da en Andalucía:

“No ni ná”
Por supuesto que sí


Gracias a un andaluz, Antonio Nebrija, sevillano de Lebrija, el español hoy disfruta de forma ordenada de las partes de una oración: nombre, pronombre, artículo, verbo, preposición, adverbio, conjunción y participio.


Un último apunte. Cuando hablamos de habla materna, lo hacemos porque en antaño eran las madres quienes enseñaban la lengua a sus hijos. Hoy somos 470 millones de hispanohablantes. 39 millones hablan en español en sus distintas modalidades (español de España).
El 70% de las mujeres que colonizaron América eran Andaluzas – en su mayor parte – y Extremeñas (permítame, por favor, que las marque con mayúsculas), ellas enseñaron a hablar a sus hijos el Andaluz que mamaron desde las entrañas, y esta lengua se ha ido transmitiendo y mezclando, al igual que nos mezclamos los andaluces con todas las culturas, pueblos y ciudadanos españoles que llegaron a nuestra Tierra. Con esto podemos garantizar que somos 431 millones de hispanohablantes los que hablamos andaluz y no todos lo hablamos igual.



lunes, 27 de febrero de 2017

De preferir, prefiero...





De preferir prefiero...
Fenecer viviendo en el campo,
por dehesas verdes teñidas de colores,
de hierbas y de pasto,
por donde libre corren y ramonean
ciervos, jabalíes y toros bravos.
¡Yo he andado entre ellos!
Siguieron en su quehacer y yo con mis pasos,
acompañantes solitarios de una naturaleza entendida.

De preferir prefiero...
Olvidar las durezas y engaños,
de quienes jugaron conmigo, y de los que jugué con ellos.
Es un momento de pactos,
en la memoria yo os borro y vosotros me borráis.
Y el viento se llevará como polvo el pasado,
que no hay mayor sonrisa
que olvidar el pasado no deseado;
mirar otros ojos y aventurar un futuro lleno de encantos.

De preferir prefiero...
No oír más quejas de poetas rotos y músicos desesperados,
ni aquellas poliédricas personalidades de ángulos y aristas desbastados.

Porque
de preferir prefiero,
sólo ir de su mano, aquí está la mía.
Y ahora anhelo la suya en este atardecer de la vida.

Porque de preferir, te prefiero.