Llega la noche, sabéis
¿qué pasa? Que algunas noches vuelvo a ser aquel niño, aquel niño solitario,
pareciese asocial a veces, otrora meditabundo que hablaba solo porque no tenía
con quién hablar, las cosas de niños. Con una exorbitada fantasía de filigranas
envidiables que aún hoy perdura.
Una tartamudez venida,
provocada – decían algunos –, una timidez excesiva o este niño es un viejo – según
otros –; sólo los paseos con mi abuelo o el laboreo en el corral con él, me
salvaban de aquel ostracismo. Alguien a quien preguntar, alguien quien
respondía más alto que mi entendimiento, alguien quien alimentaba el alma.
A veces, me busco dentro,
para hablar conmigo, como antes hacía, en la soledad deseada viendo llegar la
que no quiero. Ahora, hablo con vosotros.
Cloto sigue hilando –
déjalo ya –. Laquésis midió en el inicio y sigue calibrando, no le encuentro el
sentido. Átropos, con las tijeras en la siniestra – haz tu trabajo de una vez.
¡Oh diosas de la Noche!, sed dulces conmigo.
Ya os dejo en paz, buenas
noches. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario