lunes, 2 de mayo de 2022

Lealtad y Fidelidad, la polémica.

 

Hoy vamos a entrar en polémica con esas diferencias indiferenciadas llamadas Lealtad y Fidelidad.


Existen muchas equivocaciones ante estos dos términos, incluso la RAE potencia esta confusión al mezclar sus significados.

Partamos de una base sin discusión: fidelidad es la cualidad de ser fiel, y lealtad es la cualidad de ser leal.

Fiel proviene del latín fĭdēlis que significa seguro y constante, o como escribiría Ovidio “fĭdēlis portus”, puerto seguro.

Leal tiene sus componentes léxicos en lex, legis. Lex en la Roma imperial hacía referencia además de a lo legal, a esa mezcla sobre la cantidad de oro que contenían las monedas; todos hemos oído la expresión “oro de ley”. En cuanto a las personas indica su valor legal o verdadero, referenciando sus cualidades y valores.


Ahora vamos a crear la polémica.

Cuando hablamos de fidelidad, solemos asociar esta palabra a las relaciones de parejas, a esa confianza de no mantener relaciones amorosas y/o sexuales fuera de esa relación.

Personalmente, entiendo la fidelidad como la certeza de encontrar en el otro el refugio de la seguridad en el más íntimo de los hechos y ocasiones. Esta expresión la extiendo a la pareja, a las amistades, las empresas, la política, y a lo público.

Es una evidencia que en cuestión de pareja la infidelidad no se suscribe al mero hecho de las relaciones sexuales, también entran en liza el juego amoroso o coqueteo; cuando se parte la seguridad de “puerto seguro” por la existencia – circunstancial o deseada – de una tercera opción, ya no existe certeza en la relación, y si quedase algún resquicio, queda abierta una puerta a la duda razonable.

En ocasiones se puede ser fiel, pero no leal. La lealtad va más allá de la fidelidad. Mientras que la fidelidad puede hacer referencia a la confianza y a lo físico; la lealtad lo hace al apoyo sin condiciones, al respeto por encima de todo, a la comunicación honesta, a lo emocional e incluso a valores transcendentales.

Cuando amas de verdad no sopesas la posibilidad de otra persona, o mirar otro jardín – como diría Grant Cardone – pues el tuyo es tu única motivación. No tienes que luchar con las tentaciones y las dudas, porque simplemente no existe esa posibilidad.

El resto es puro relativismo y entrar en el juego infantil del a ver qué pasa.

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